MÚSICA DE INDIA

 
 

Enrique Cámara de Landa

Se suele afirmar que las vinculaciones entre la experiencia musical y los complejos filosóficos y religiosos elaborados por las sociedades indias a través del tiempo se articulan sobre el concepto del fluir permanente, del ritmo vital incesante, del misticismo unido a las fuerzas de la naturaleza. El arte es fruto de inspiración divina y, en el caso de la música, ésta es compuesta e incluso interpretada en una suerte de estado de gracia o trance. La vibración sonora conecta con el cosmos, porque el mundo se creó por una vibración; cuando los seres humanos alcanzan a producir vibraciones específicas, se sienten partícipes de la acción recreadora de la naturaleza (al parecer, éste es el principal causante de la gran cantidad y variedad de cuerdas simpáticas -es decir, destinadas a vibrar en consonancia con los sonidos principales- que poseen muchos de los instrumentos cordófonos de la India). “Con el sonido se forma la letra, con las letras la sílaba, con las sílabas la palabra, con las palabras esta vida cotidiana. Por tanto, este mundo cotidiano depende del sonido”, afirma Sarngadeva en el Sangita Ratnakara  escrito en  el  siglo XIII.

El sonido vocal se  origina con  el ascenso del prana o soplo de la vida; este sonido manifestado (ahatanada) no existe sin su complemento, el sonido no manifestado (anahatanada), que se identifica con el principio creativo del universo bajo la forma de Shiva y en la sílaba om (la cual reside en el corazón bajo la forma de un loto con doce pétalos). He aquí una muestra de la permanente actitud vinculante del pensamiento indio, que apela a la acción conjunta de elementos procedentes de distintos ámbitos de la realidad para articular sus símbolos.

En todas las variantes del hinduismo, la fractura del ciclo de la existencia representa el absorbimiento de la propia personalidad en el principio creativo del universo; y a menudo se detecta en la experiencia musical la capacidad de conducir al espíritu hacia ese estado de extrema beatitud. La existencia humana se regula a través de una combinación de sonido y palabra: el mantra o fórmula entonada que aparece en todas las religiones de India. La música es vimuktida, es decir, fuente de liberación; de ahí la fundamental importancia del kharaja: sonido bordón o pedal que constituye la materialización acústica de ese sonido cósmico que todo lo impregna (es decir, el anahatanada). Ya sea que lo produzcan las cuerdas de la tanpura o los sonidos generados por un sruti-box, el kharaja funciona como centro tonal que guía todos los movimientos sonoros; cada nota producida por la voz o por un instrumento musical revelará su identidad en relación con ese bordón permanente e intemporal.

   Marius Schneider, que recuerda algunas de estas correspondencias en algunos de sus textos1, repasa aquellos aspectos de las tradiciones de la India en los que las referencias musicales ocupan lugares de relevancia en cosmogonías y religiones:

“La tradición védica habla de un ser todavía inmaterial que, de la quietud del no ser, resuena de manera imprevista  para ir convirtiéndose en materia y convertirse en mundo creado... El Aitareya Upanishad2 incluye el Sonido primordial en el Huevo cósmico. Según el Rig-veda, los Angiras3 crearon la luz y el mundo con sus cantos... De una sílaba mística cantada (grito, sonido primordial) de alabanza exhalada por la Muerte o el Hambre, nace el cosmos. En el vocabulario védico, el canto de alabanza con los pulmones llenos (ark) es sinónimo de ‘inflar’ y ‘crecer’ y es por eso que la nota primordial, al resonar, crea el mundo entero, materializándose poco a poco. Del aliento que canta alabanzas nacen las aguas, el fuego, los astros y la tierra. De las bodas entre sonido y tiempo surge la música, es decir, las notas y palabras ordenadas en el tiempo y la alocución sublime de la salmodia del Sama-veda4... El udgîtha5 es el gran canto del sol del que irradia toda luz... la Chândogya Upanishad dice que el canto solar ejecutado con la voz justa alcanza el otro mundo e incluso puede doblegar la voluntad de los dioses... Las fórmulas iniciales [de las cosmogonías] son siempre acústicas, caracterizadas como risa, grito de alegría, dolor o lamento; a partir de esta manifestación, se comienza a formar la materia. En un canto del décimo libro del Rig-veda se lee que al principio los dioses crearon la formulación del canto, después el dios Agni6 y al final los dones u objetos concretos del sacrificio”.

   Schneider continúa recordándonos la base de la teoría musical india y su vinculación con la cosmogonía: el sonido en su estado virtual (an-hata)  crea el atman –alma del mundo– y el mana –la voluntad y la razón–, a la vez que, como principio activo (âhata), genera la respiración vital y los principales órganos de los seres vivos. El cosmos indio nace de la sílaba mística cantada om; el sonido que alaba da origen al agua, el fuego, los astros y la tierra; la música es fruto de la unión de sonido y tiempo; los sacrificios se “cantan” (es decir, se realizan); sonido y luz –respectivamente, svara y svar en sánscrito– fecundan lo creado y los himnos  evocarán esta fuerza creadora originaria si son entonados con “voz apropiada” –según la Chândogya Upanishad– para alcanzar el otro mundo y obtener la voluntad de los dioses (Schneider [1970] 1979).

Estas referencias y muchas otras nos recuerdan que para el pensamiento indio la energía vibratoria que conforma el mundo procede de su creación y confiere sentido a su existencia. La participación en los procesos de creación de vibraciones culturalmente ordenadas configura uno de los factores más poderosos del crecimiento humano y  la  realización personal. La actividad musical compartida representa la dimensión social de esta realidad, que no por ello pierde su capacidad de influir sobre cada individuo, en las esferas espiritual y emotiva, pero también en su fisiología7.


 
  1. 1. Cfr. Schneider [1970] 1979.

  2. 2.Los Upanishad son textos hindúes compuestos probablemente entre los siglos IV a.C. y II a.C. Se articulan a partir de la creencia en la existencia de la trilogía sagrada compuesta por Brahma, Vishnu y     Shiva (deidades fundamentales que representan, respectivamente, la creación, conservación y destrucción de todo lo que existe). Esta aclaración y las de las notas siguientes no son de Schneider.

  3. 3.Sabios a los que se atribuye la creación del Atharva-veda.

  4. 4.El autor adjunta las citas literales de los textos de los que surgen estas reflexiones (tomados principalmente de la literatura védica).

  5. 5.También llamado udata, uno de los registros del canto del Rig-veda (ver más adelante).

  6. 6. Divinidad del fuego eternamente joven y mediadora entre las esferas humana y divina.

  7. 7.Un ejemplo de los efectos directos que puede provocar la música en el oyente es la experiencia que compartí con un reducido grupo de personas de distintas nacionalidades hace algunos años en la ciudad india de Chennai/Madrás. El estudioso y músico K. S. Subramaniam interpretó algunas piezas en la vina durante varias horas de manera ininterrumpida tras habernos anunciado que con ello provocaría en nosotros el sueño primero y el despertar después (cosa que se cumplió en todos los oyentes y que pude comprobar al ser el primero que despertó durante la ejecución). Nuestra predisposición a sufrir este influjo directo puede haber propiciado los efectos que se verificaron, pero no les resta veracidad.